EL SUEÑO
Puede que pensemos que cuando dormimos es como que si todo se apagase. No es del todo así, algunos sistemas y órganos de nuestro cuerpo entran en un estado en el cual bajan, moderadamente, su funcionamiento general, una de las excepciones a esto es el encéfalo y estructuras relacionadas. El encéfalo sigue muy activo.
“El sueño es un estado fisiológico, rítmico y reversible que determina una abolición de la conciencia y la vigilia, y la reducción de la respuesta a estímulos ambientales, acompañado de cambios funcionales en procesos neuroendócrinos y de transmisión neuronal de suma importancia en la correcta integración de los sistemas que operan en el sistema nervioso central”, esta es una definición excelente de Gabriel González Ribelino (2018).
Buena parte de nuestra vida la pasamos durmiendo, no podemos tomar este tema a la ligera.
LA IMPORTANCIA DEL SUEÑO
En todas las etapas de la vida, su cuidado es fundamental en el mantenimiento de la salud general porque los trastornos del sueño alteran la función de diversos sistemas y órganos de nuestro cuerpo.
En relación a los aspectos neurológicos es importante señalar que durante el sueño ocurren muchos fenómenos plásticos relevantes en el aprendizaje y desarrollo, se consolida la memoria y una serie de procesos de neuroreparación. En general, la calidad de sueño afecta la calidad de vida y de manera importante y determinante.
Para que un evento al que hemos sido expuestos quede codificado en la memoria de largo plazo, es necesario el sueño adecuado. La capacidad de aprendizaje escolar se ve seriamente limitada cuando el sueño no es apropiado.
El sueño de ondas lentas (N3), que es una etapa del sueño, es necesario para la consolidación de la memoria.
El sueño REM, otra etapa del sueño, es necesario para el procesamiento de la memoria, especialmente aquella con componentes emocionales.
El sueño inapropiado afecta los procesos adaptativos.
Sueño de mala calidad se asocia a conductas no apropiadas (respuestas agresivas, por ejemplo).
ALTERANDO LOS CICLOS, ALTERANDO LA VIDA
La situación de vida a la que nos ha conducido esta pandemia de COVID-19 ha impactado diversos aspectos de nuestra cotidianidad, uno de ellos es el sueño.
Es probable que la secuela más frecuente y prevalente de esta situación actual, no sean los cuadros ansioso-depresivos como se menciona en muchas publicaciones, sino los TRASTORNOS DEL SUEÑO.
Los horarios de nuestra vida se han alterado y esto ha impactado el inicio de la hora de sueño, su duración y su eficiencia. Nuestro cuerpo funciona con muy complejos ciclos que regulan diversidad de funciones y obedecen a un reloj biológico interno que es resultado de un largo proceso evolutivo, perfecto, maravilloso y que hemos alterado en las dos últimas generaciones.
COMENCEMOS POR MEDIDAS SENCILLAS
Dos peligros nos acechan en esta situación:
a) No regular nuestro ciclo de sueño y aceptar, sin intervención alguna, su alteración
b) Recurrir a la autoprescripción de fármacos o al uso inadecuado de los mismos para poder dormir.
Es sorprendente la cantidad de adultos con trastornos del sueño, pero ahora sorprende y mucho, la prevalencia de estos trastornos entre niños y adolescentes. ¿Qué hacemos con ellos?
La mayor parte de los trastornos del sueño que podemos tener en ellos obedecen a hábitos incorrectos, en consecuencia, corrigiendo hábitos podemos prevenir sus consecuencias y ayudar a resolver algo que puede tornarse muy complejo. Desafortunadamente los hábitos incorrectos no explican los trastornos del sueño y algunos de ellos requieren de meticulosa evaluación profesional.
Las medidas que inicialmente deben tomarse son sencillas, pero puede resultar difícil de mantenerlas en el tiempo, sin embargo, cuando estas son consistentes (es decir que se aplican en todo lugar) y se mantienen en el tiempo (independientemente de la fecha y además por larga duración) logran resultados regulando el sueño de los niños.
PRIMERO
Toda la familia debe participar en la rutina del sueño. No es necesario que todos se acuesten, pero si es necesario que en casa se pueda crear un ambiente favorable al sueño:
- Apagar luces
- Disminuir el ruido
- Bajar la voz
SEGUNDO
La rutina de sueño implica un conjunto de actividades que se hacen cada día y todos los días.
TERCERO
Dos horas antes de ir a la cama disminuya el nivel de actividad y también evite actividades que estimulen mucho al niño. Es conveniente no ver televisión dentro de este período de preparación, las televisiones y otros aparatos electrónicos en la habitación tampoco son convenientes.
CUARTO
Pueden ser muy sensibles a diferentes estímulos. Verifique que la habitación esté agradable en temperatura, con luces apagadas y sin ruidos (relojes, por ejemplo).
Algunos niños se sienten más cómodos y concilian mejor el sueño en habitaciones pequeñas y utilizando sábanas adecuadas a la temperatura, pero un poco pesadas y sin dibujos. Si el clima es muy caluroso adecúe la ropa de cama y el pijama a la temperatura.
QUINTO
Acostúmbrese a utilizar la cama solamente para dormir. La cama no debe ser un lugar para jugar, hacer tareas o para irse castigado.
Todos los niños y adolescentes deben dormir bien y es necesario aplicar todos los esfuerzos necesarios para que esto ocurra. ¿Por qué?
En general, pareciera que el factor que más determina el buen impacto cognitivo del sueño es la arquitectura del mismo, es decir que siga la secuencia esperada de aparecimiento y duración de sus diferentes etapas y sus ritmos propios durante la noche sin interrupción.
No hay forma de reparar la pérdida de sueño nocturno. No es fácil regular lo que está desregulado, pero hay que intentarlo porque vale la pena, y mucho.
Escrito por Carlos Orellana Ayala
Médico y Cirujano (Universidad de San Carlos de Guatemala) Especialista en Pediatría (Universidad de San Carlos de Guatemala) Neurólogo Pediatra (Universidad de Navarra, España) Especialista en Neurodesarrollo (Universidad de San Carlos de Guatemala) Trabaja en la Unidad de Neurología, electrofisiología y desarrollo de Guatemala.